Primero entra por los ojos, dice el refrán. Y los vinos son un claro ejemplo. Dos motivos son los que atrapan a un cliente frente a una góndola sin conocer el vino: la botella y la etiqueta. En esta última nos vamos a concentrar. Porque nuestro personaje de la fecha es José Luis Silleras, un español que todos los días disfruta de su colección de etiquetas de vinos. Todo comenzó compartiendo un Vega Sicilia entre amigos. Gustó la etiqueta y hasta la fecha no paró. Famoso ya en el rubro, ex banquero y actual jubilado, asegura que tiene alrededor de 80.000 ejemplares. Nació el 18 de marzo de 1943 en Valencia pero ya casi es un madrileño (hace 34 años que vive en la capital de España). Este año cumple 40 años de casado con una gallega, quien lo sigue aguantando (él lo admitió). También tiene dos hijos reconocidos y lo que más ama en este mundo: su colección de etiquetas, perdón digo, su nieto de once meses. Sinresaca decidió entrevistar José Luis para conocer sus alrededores y los detalles de su hobby. ¿Toda la vida consumió vinos?
No te pases. El primer año, teta. Luego tuve unos añitos a biberones, ninguno de vino y a partir de los 21, me desquité. No era bebedor de vino lo mío era en aquella época cuba libres de ginebra, gin-tonic, vino en las comidas y copita de Cointreau (una guarreria). Después de comer pero que me sabía y me sigue sabiendo a gloria bendita. Tienes que tener en cuenta que a partir de los 21 años mi trabajo era el de inspector de Banca. Estaba continuamente viajando por todo España, íbamos en equipo dos o tres compañeros y cuando salíamos de trabajar, como vivíamos en hoteles, no teníamos que dar cuentas a nadie. Así que la noche era nuestra. Nunca. He tenido la habilidad de darme cuenta que una copa más me lo iba a hacer pasar mal y me dedicaba a tomar tónicas. Cuando veía que podía tomar alguna copa mas, tanteaba y seguía con gin-tonic o solamente con tónica. Según me encontrase. Controlar es muy importante.
De muchas formas, las modernas se intercambian con otros coleccionistas, se solicitan a bodegas, se sacan de las botellas, se compran en mercadillos, etc. Pertenezco a la asociación española etiquetas de vino (AECEV), donde también intercambio con los socios. Las antiguas, naturalmente, son más difíciles. Se consiguen a base de contactos, con personas que estén relacionadas con el comercio de papel antiguo, bodegas cerradas, muestrarios de representantes tanto de bodegas, como de graficas, libreros… no sabes lo que se puede encontrar en libros antiguos. Los antiguos coleccionistas sacaban las etiquetas de la botella y las metían en los libros de aplanarlas. Hay que hacer también muchos kilómetros y no tener mucho cariño al euro, pero la satisfacción de encontrar una pieza buena no tiene precio. Hace poco marqués de Murrieta me ha hecho una magnifica aportación con etiquetas de 1879.Al no dedicarme a la comercialización del vino, nunca he tenido necesidad de ello. He sido muy aficionado a la fotografía. Si entras en mi web y pinchas en fotografías veras, entre tantas fotos, a una chica (mi mujer) con una pajarita. Siempre he pensado que sería una buena imagen para recordar un buen vino. Fue primer premio en la Bienal de Milán. La imagen (en vez de letras) en una etiqueta hace recordar mejor el vino. Especialmente si este es de calidad.
Es una de las grandes satisfacciones, por lo menos para mí, del coleccionismo. Continuamente me escriben nietos y biznietos, de bodegueros ya desaparecidos, que han visto en mi web etiquetas de sus familiares. Normalmente les envío fotocopias en color de las etiquetas que tenga de esa bodega. Establezco unos contactos muy interesantes y entrañables.
¿Se le puede poner un precio monetario a su colección?
Como todas las cosas en la vida, existe la oferta y la demanda. En el caso del coleccionismo de etiquetas, es un tipo de coleccionismo minoritario, pero siempre existe alguna persona caprichosa que te ofrece dinero por la colección. Por ejemplo, me llamó un médico de Sevilla ofreciéndome 75.000 euros. He tenido otras ofertas más o menos parecidas pero nunca me he decidido a venderla. Disfruto mucho con ella y para mi ese es el autentico valor. Nunca he hecho números de lo que me he gastado, pero de lo que si estoy seguro es que la felicidad que me aporta compensa todo el dinero que me puedan ofrecer.
De momento les he dicho a mis hijos que no se les ocurra venderla. Resucito y se enteran. Me gustaría que la continuasen. Les he dicho que no la repartan. Que siga junta. Solo venderla en un caso de extrema necesidad. Ojala no llegue nunca. Tengo un nieto, pero es muy pequeño para convencerle que la siga. Yo no me voy a enterar, pero me gustaría que siguiesen con ella.· El mejor vino tinto: Vega-Sicilia "Único" Cosecha 1.960 Con esta etiqueta empecé mi colección. El vino fantástico. Ese día tocó caracolada (caracoles con salsita picante) Impresionantes.
· El mejor vino blanco: Albariño - Pazo de Señorans - Añada 2.004. Tomada estas Navidades en Orense (Galicia). Buenas ostras. Estoy en Madrid y solo recordarlo se me está haciendo agua a la boca.
- Para conocer más sobre este cálido personaje no dejen de visitar su página, ahí podrán encontrar los detalles de su colección y mucho más sobre él.
http://www.etiquetas-de-vinos.es/















