sábado, 7 de enero de 2012

El quinto Beatle

Un fuera de serie. Un sujeto que decidió vivir lo que tenía ganas, sin pensar en sus consecuencias. No le importo si estaba bien o mal, solo disfrutó. George Best, único, dentro y fuera de la cancha. Nació en Belfast, Irlanda del Norte, el 22 de mayo de 1946, y murió el 25 de noviembre de 2005 en Londres, Inglaterra. Su mejor época como futbolista fue en la década del `60 vistiendo la casaca del Manchester United (ING), donde demostró que estaba a la altura de hasta el mejor Pelé. Pero también por su personalidad, simpatía y carácter, uno de sus tantos apodos fue el quinto Beatle. Su gran perdición siempre fue la misma: el alcohol. Aunque también las mujeres, pero en este caso su cuerpo no se veía perjudicado. La bebida fue quien se lo llevó en 2005, con tan solo 59 años de edad. Famoso por sus frases, George Best, guste o no, supo saber diferenciarse del resto con o sin la pelota en sus pies.

 La frase pronunciada por él mismo lo describe de cómo se tomaba la vida: “Me gasté la mayor parte de mi fortuna en mujeres, alcohol y coches deportivos. El resto lo desperdicie”. Otras perlas como “Si hubiese nacido feo, no habríais oído hablar de Pelé”. George Best nunca escondió su problema, se lo tomaba a la ligera: “Tenía una casa en la costa, pero para llegar a ella había que pasar por un bar. Nunca llegué a ver el mar”. Las mujeres también formaron parte de sus frases: “Dicen que me he acostado con siete Miss Mundo, pero sólo han sido tres”.
  Durante los once años que pasó en el Manchester United, con el que ganó la liga inglesa en 1965 y 1967, escribió algunas de las páginas más bellas del fútbol, junto a Bobby Charlton y Dennis Law, sus compañeros en el "dream-team" dirigido por el mítico Matt Busby. Esa formidable formación conquistó la Copa de Europa de Clubes Campeones, una primicia para un club inglés entonces, el 29 de mayo de 1968, contra el Benfica de Lisboa del gran Eusebio, en el estadio Wembley. El entonces técnico del Manchester United, Matt Busby, se abrazó efusivamente a Best tras golear por 4-1 al Benfica portugués. Bobby Charlton abrió y cerró la cuenta del conjunto inglés, entonces llamados los "Busby Boys", pero Best fue el autor del 2-1 que quebró la igualdad en el minuto 92. Ese fue el año de Best. Además del trofeo, fue elegido "Balón de Oro Europeo". Con su cabello largo, se convirtió en toda una estrella que recibía más de 10.000 cartas por semana. Su reputación hizo de él una estrella deportiva pero también un ídolo al que sus admiradoras ponían al mismo nivel que los Beatles, gracias a su simpatía y su atractivo. Pero otra de sus peculiaridades era su gusto excesivo por la vida nocturna.

 La fama de Georgie o Bestie era tal que se le consideraba el primer futbolista "superstar" y muchos se referían a él como el quinto Beatle. George Best nunca disputó un encuentro de Copa del Mundo porque, a pesar de su inmenso talento, no pudo sacar del anonimato a la modesta selección de su país. Su carácter rebelde y su debilidad por el alcohol lo perderían en el transcurso de su carrera deportiva. Dejó Manchester a los 26 años para pasear de un club a otro, de Escocia a Estados Unidos pasando por Irlanda. A los 28 años Best tomó una senda equivocada, empapada por el alcohol y vestida con la fugacidad de la noche.

 Ya no se hablaba de él más que en la crónica de sucesos. En marzo de 2000, se revelan los efectos de tantos años de excesos y bebida: tiene el hígado muy afectado y se teme por su vida. En febrero de 2001 es hospitalizado por una neumonía y el 30 de julio de 2002 se somete a un trasplante de hígado. Pese a las insistentes advertencias de los médicos, vuelve a beber poco después del trasplante. En 2003, su mujer Alex, 26 años menor, le deja por ese motivo y al año siguiente se divorcian. Best fue hospitalizado en la unidad de cuidados intensivos del hospital Cromwell como consecuencia de una infección pulmonar. Su estado se fue degradando progresivamente y llevaba varios días inconsciente, hasta que falleció en 2005. Un triste final para el que muchos veían como el jugador con más talento que nunca hayan dado las Islas Británicas.

 El trayecto del cortejo fúnebre fue seguido por unas 100.000 personas que querían despedirse de uno de los mejores futbolistas de la historia y una de las personas más célebres de Irlanda del Norte. A las 11 de la mañana, hora local, hubo un velatorio en el Grand Hall de Stormont al que acudieron más de 25.000 personas, y fue transmitido en directo por varios canales de televisión.

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